Un billete de cincuenta euros ha llegado volando y se mantiene sujeto contra
el cristal de mi ventana. Vivo en un sexto piso. A pie de calle vuelan
sombreros, hojas secas, bolsas de plástico y desperdicios de poco peso. Qué
suerte que haya venido a mí. Necesito el dinero. Sin embargo para cogerlo existe
algo de riesgo; he de apoyar un pie en la cornisa y estirarme bastante, y con
este viento que arrecia… Si me lo encontrara en la calle me sentiría sucio por
quedármelo. Así que de esta manera, aunque mi vida corra peligro, me siento más
digno.
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