Los nervios que uno pueda tener para sacarse el carnet de conducir no
son los mismos nervios que se tienen a la hora de empotrar un
coche contra un banco. En principio, los primeros se presentan más sanos,
incluso son buenos y necesarios para permanecer alerta y con los cinco sentidos
en la carretera. Los segundos, en cambio, están motivados por un impulso desesperado,
y son de una naturaleza salvaje e impulsiva, sin un verdadero control sobre
ellos, porque el ánimo sufre una alteración tan brutal debido a la ira y la
impotencia que, irremediablemente, llevan a una conducta delictiva.
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