Cada noche, cuando me acuesto, trabajo en mi sueño. Voy dándole forma y
sigo construyéndolo desde el punto que me quedé la noche anterior. Llevo poco,
aún estoy poniendo cara a la gente que va apareciendo. Su rostro, hasta el
momento, es un óvalo liso, incompleto, sin pliegues ni fisonomía. En el sueño soy
el único con ojos, orejas, nariz y boca; así que, esta noche, si todo va bien,
diseñaré la morfología facial de todos los personajes. Quiero dar rienda suelta
a mi imaginación y descartar lo convencional. Mi mayor deseo sería proyectar un
mundo dominado por perros salchicha.
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