La mayoría de personas poseen en su interior la materia prima para
cometer actos terribles, de ahí que les corte la cabeza y las presente como
trofeos. Para saber si poseen esa cualidad atroz, antes de sacrificarlas y
colocar sus testas en espacios habilitados, les doy unos golpecitos en la
cabeza con mis nudillos, igual que se hace con los melones expuestos en los
mercadillos para saber si son óptimos. Es fácil. Si la cabeza suena compacta es
que son buena gente. Si suena hueca es gente perversa. Ya son varios los
museos que se han interesado por mi colección.
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