Disparar al aire
conlleva peligro. En principio todo lo que sube baja si no impacta contra nada.
La velocidad de una bala que cae es menor que la de una que acaba de ser
disparada, sin embargo es lo suficientemente rápida como para perforar un
cráneo. A mí me gusta disparar al cielo para expresar mi euforia y mi júbilo, también
para celebrar un acontecimiento significativo. La sustancia aérea puede
modificar la trayectoria del proyectil, tanto en la subida como en la bajada,
por lo que una persona que camina tranquilamente por una zona donde se dispare
al cielo puede ser sorprendida con la muerte. El peligro radica en la velocidad…
y en estar en el momento y el lugar adecuado.
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