jueves, 27 de agosto de 2015

DESALOJO

Debía abandonar la casa tan deprisa que no estimó qué llevarse, qué dejar, qué era importante… Ante esa extrema situación, su reacción no fue otra que sentarse en el cómodo butacón de su estudio, reclinarlo totalmente hasta quedarse tumbado boca arriba y, ajeno a los gritos que se oían desde fuera, abandonarse al caos de la zozobra y al polvo del derrumbe. Con las primeras vibraciones, su lánguida mirada siguió el movimiento pendular de la lámpara del techo; no tardaría en descolgarse. Pero, antes de lo ineludible, quedó hipnotizado por ese suave vaivén que lo sumió en un profundo sueño.

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