Qué
bueno es comer cuando se tiene hambre. Masticar, saborear, engullir… Es una señal
básica de que se goza de la vida. La mujer que lo dejó todo por los buitres había
perdido el apetito, y más cosas. Dedicaba su tiempo a las atenciones de estos
rapaces carroñeros y apenas nada a la cocina. Os puedo asegurar que solía disfrutar
con unos simples boquerones o unas olivas. Ahora tendríais que verla. Está
delgada, pálida, desnutrida, inmersa en lo caótico de la vida, y acudiendo cada
mañana a esa horrible granja de aves que esperan con recelo a que caiga desmayada.
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