El señor solitario
ve demasiado la tele. Las películas, las series y los programas le provocan
enfermedades inexistentes. Luego, a mí, me toca tratarlo. Soy especialista en
este tipo de dolencias que parecen ficticias. Poca broma. El señor no finge cuando
tiembla o se desmaya, o cuando se le paraliza el cuerpo, o incluso cuando
pierde la visión o se queda sordo. Los medicamentos no le hacen efecto, solo mis
metáforas sobre la vida y los viajes organizados a Lourdes. En ese lugar
sagrado, mediante el rezo y el trasiego, el inconsciente le hace clic y le
desaparece el problema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario