lunes, 9 de noviembre de 2015

DE ROJO A VERDE

Afectado por las voces que se manifestaban en mi interior, sentí como el vértigo se adueñaba de mis ojos y lo ponzoñoso se entretejía en mis entrañas mientras conducía mi viejo Seat Cordoba. Abrí la ventanilla para que me diera el aire; me mareaba. Un deportivo descapotable se pegó a mi coche cuando nos detuvimos en el semáforo. Su conductor hizo rugir varias veces el motor para provocar una ridícula carrera y su desquiciado copiloto invadió mi espacio zarandeándome. Esperaban mi reacción. Les sonreí medio muerto, saqué mi cabeza por la ventanilla y, sin poder evitarlo, les llené de vómito. 

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