miércoles, 29 de abril de 2020

CADÁVER EXQUISITO


47ª crónica de un confinamiento improvisado

¿Un gato francés maúlla igual que un gato español? ¿El maullar de los gatos es distinto dependiendo del país del que proceden ¿Y el ladrar de los perros?
Mis libretas están llenas de ocurrencias absurdas de ese tipo. Cuando algo capta mi interés, por muy tonto que sea, lo anoto. Pensamientos; ideas; palabras; frases que he leído en periódicos, revistas, libros; conversaciones… Todos los gérmenes de la creación son susceptibles para que en ellos quede suspendida una historia. Cuando me encallo en los arrecifes del proceso creativo me sumerjo en mis libretas con un arpón y trato de ensartar conceptos e ideas que entre ellos, muchas veces, no guardan ninguna relación. Lo que hago es combinar. De esa manera armo un texto y, ante esa diversidad de verdades que en su día anoté, doy rienda suelta a mi imaginación. Creo un cadáver exquisito con las sobras que hay en las aguas estancadas de mis libretas, ya que por sí solas no son alimento literario. Escribir me ayuda a buscar recetas que tengan que ver con la realidad y la verdad de mi vida. Ahora el mundo se balancea como un barco, y los que se marean como yo no tenemos más remedio que frecuentar lugares no humanos. Yo los llamo los «no sititos». Es una experiencia que os aconsejo que viváis al menos una vez.  
Ahora perdonadme, pero me ha parecido oír un ladrido que identifico con la voz del perro callejero que a veces viene a verme. No es como los demás perros. Desde que presto más atención a los detalles noto que habla con un hilillo de voz dulce, aguda y penetrante. Tiene un acento extraño. Yo diría que este perro no es de aquí. Seguro que es forastero.

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