Dos
hombres que se cruzan por la calle se intuyen almas gemelas. Se han visto solo
un momento y cada uno piensa del otro exactamente lo mismo: «Este señor está
deprimido, tiene la mirada triste, y, aunque parezca que vaya a algún sitio,
únicamente da vueltas». Se han intercambiado una sonrisa de cortesía y coinciden
de nuevo en su pensar: «El pobre seguirá andando sin rumbo, se sentará un rato
en algún banco para dar pan a las palomas y a casa». Las nubes se enrojecen y
dos vehículos desenfrenados conectan respectivamente con ambos pensamientos
idénticos en sendos cruces paralelos.
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