Dos
perros mordían con rabia una misma pelota de tenis en medio de una asolada carretera.
No temían ser atropellados, pues ya nunca circulaban vehículos. El mundo quedó
despoblado de toda presencia humana por razones que ahora no vienen al caso. Un
tercer perro se aproximó a ese tira y afloja con la intención de entrar en la
contienda; pero no había suficiente pelota para que sus colmillos se clavaran
en ella. La situación cambió de repente en una escena cruenta y repulsiva, muy desagradable;
y os puedo asegurar que nada tuvo que ver la condición salvaje de los cánidos.
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