Los
objetos son muy importantes. Eso piensa un hombre enquistado por los sinsabores
de la vida. Que no le hagan elegir entre su vieja cafetera o la vecina cascarrabias
del quinto. Ante ese dilema, lo tiene claro: objetos, animales y personas; en
ese orden.
Desde
hace unas semanas tiene un periquito; un regalo de su madre. Lo alimenta bien,
le habla y lo trata con cariño, pero no le tiene el mismo apego que a su
cafetera; la que le gorgotea deliciosos cafés y le infunde un bienestar que
solo él valora. En realidad, a su madre también la salvaría.
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