Lamer
un paraguas mojado como si fuera un helado podría ser una chaladura sin
importancia si en ese momento no pasara un cazador de tendencias, anotando la singularidad
en su libretita y haciendo una foto con el móvil. Tengo entendido que los «coolhunters»
se dedican a eso; a rastrear y a predecir sobre los cambios o surgimientos socioculturales.
Observan y recolectan información valiosísima que luego usan para desarrollar
proyectos millonarios en el terreno del marketing y la publicidad. Eso sí, sin considerar
el agradecimiento ni la compensación económica a los que verdaderamente han
aportado la extravagancia que podría convertirse en moda.
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