Oculto
en las entrañas de un camión pienso que este país debería ser juzgado por cómo
trata a los locos y no a los cuerdos. No sé bien qué hago aquí. Intuyo que
escapo de mí mismo. Nunca he tenido enemigos, y si los tuviera serían peligros superficiales,
mínimos. Deberíamos temer aquello que amenaza nuestras almas; lo tóxico que nos
consume por dentro. En mi caso es una voz que nunca calla y se inventa miedos
con una facilidad pasmosa. Espero ver la luz al final del túnel o que este vehículo
me lleve al manicomio o a la morgue.
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