Un
matrimonio mal avenido tenía la casa dividida en dos partes. Una zona tenebrosa
dominada por la oscuridad y los avatares y otra bien iluminada y diáfana donde reinaba
la paz. Lucia, perversa por naturaleza, prefería la zona lóbrega para sentir la
tensión. En cambio Teodoro, un bonachón con horchata en las venas, se sentía
emocionalmente más equilibrado en el espacio donde no había alteraciones. La noche
que decidieron arreglar lo suyo acostándose en una zona intermedia de la casa, un
señor alto, con barba y de semblante venerable, salió de debajo de su cama provocándoles
un susto de muerte.
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