En
el bar de la esquina ven el fútbol atentamente; aunque no es del todo cierto.
La mayoría tiene la mente ocupada en cuestiones ajenas al partido. Engañan. Hay
un señor retraído que me inquieta. A través de mi capacidad extrasensorial puedo
percibir un pensamiento que le obstina: su anhelo por morir para llegar al
estado de placidez más puro. El ruido del ambiente y las cervezas le sirven de
bálsamo; mantiene la mirada en la pantalla y cuando uno de los equipos marca,
ese mohín de timidez desaparece y se deja llevar por la euforia del momento
gritando ¡¡goooooooool!!
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