jueves, 29 de octubre de 2015

LA ADQUISICIÓN

«¿Cómo sabes que no te venden la moto?», me preguntaba un amigo en la exposición.

¿Cómo se atrevía a dudar de mi olfato para reconocer una genialidad? La profesionalidad de la galería era más que reconocida, y ya resultaba molesto que siempre se asociara el arte moderno al espectáculo y las modas; era un discurso depauperado.

¿Quién dictamina lo que enriquece al individuo? ¿Quién osa desposeerme de la satisfacción que supone contemplar una sartén ajada con un globo verde atado en su mango y divagar sobre sus interpretaciones en mi casa si tengo dinero de sobra para adquirir la pieza? 

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