En la I Jornada del Disimulo que
se celebró en una pequeña villa del Maestrazgo, se enseñó a silbar con cierto
aire de condescendencia a los asistentes que acudieron, se les hizo apreciar la
eficacia morfológica de la expresión facial, la importancia de la gestualidad corporal,
el uso del tono y el léxico adecuados para que aquello que sintieran realmente pudiera
disfrazarse con persuasión y nadie lo advirtiera. Durante la charla pasaron
vídeos de algunas situaciones sociales donde se ponían de manifiesto todas estas
artimañas teatrales, tan socorridas en cualquier núcleo urbano y, al parecer,
tan desconocidas en otros parajes.
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