miércoles, 18 de marzo de 2020

TENER UN INTERIOR


5ª crónica de un confinamiento improvisado.

Para algunos esta situación impensable es un castigo de la vida y para otros una circunstancia para meditar y vivir en completa libertad. Quedarse en casa no tiene por qué ser un hecho negativo. Yo he dormido en playas, en parques, en estaciones, en el interior de vehículos, en vagones de tren, en prados, en comisarías, en castillos abandonados, en casas en ruinas, en cuevas, en mansiones... He podido ser un trotamundos incansable que ha viajado por los cinco continentes y se ha dado cuenta de que las mejores obras de arte son las que hace la naturaleza. Esta pandemia podría ser una de ellas; la gran oportunidad para aquellos que siempre han estado seguros de todo y nunca han corregido su mirada. ¿Y ahora qué? ¿Avanzamos en línea recta, en círculo, en zigzag? ¿Avanzamos siquiera? Tener un gran interior es lo único que ayuda. Me he dado cuenta estos días que he silbado con los pájaros y he cantado con las voces de la radio; también al reír con los chismes disparatados que la gente ha ido publicando en las redes sociales y, sobre todo, al llorar frente al espejo por la incertidumbre que nos acecha. También al hablar con los ojos cerrados con mi conciencia porque me repite convencida que, cada noche, mientras dormimos la humanidad va extinguiéndose sin remedio.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario