sábado, 28 de marzo de 2020

EL PORVENIR


15ª crónica de un confinamiento improvisado

Empieza un nuevo día. Una repetición del de ayer. Un déjà vu forzado y delirante que se manifiesta como un bucle. Es sábado. Hace un día soleado, estupendo para salir pero no podemos. La gente empieza a desarrollar otras dolencias. La ansiedad. Yo estoy tranquilo. Observo el plafón pegado al techo mientras decido si levantarme o estar un rato más en la cama. Es curioso pero nunca me había fijado en la simpática expresión de  la lámpara. Las dos bombillas del interior parecen dos ojos y le otorgan una mirada. Me siento observado por este foco del techo. El día me pesa. Deseo perder de vista las costumbres de estos días que son calcos del show de la tristeza. Y tengo la mano derecha dormida. El típico hormigueo. La pellizco y no la siento. Está anestesiada, hinchada, como si no me perteneciera. La observo y su aspecto es idéntico a la otra. Aparentemente está bien pero la noto como un guante inflado, como si su carne fuera de silicona o estuviera muerta. Seguro que ha sido al dormir sobre ella toda la noche. No me late, ni tiene esa leve vibración cuando tirita. La sangre debería activarla poco a poco y convertirla en una extremidad viva. Pero no puedo moverla. El cerebro ya debería tener el control sobre ella. Sin embargo, tengo la sensación de que algo se mueve y avanza lentamente como una lava espesa, pero ese fluir no lo siento ni en mi palma ni en mis dedos, sino, más bien, a lo largo del antebrazo. Ay, todo son malos augurios. Ahora resuena la cisterna del váter, sus cañerías. La garganta del inodoro me brama a través de su agua estancada. Canta algo ininteligible, grave, lúgubre. Es el ruido apagado de una bestia de loza blanca. La versión del mundo está en mi cuarto de baño y, a través de sus ruidos, intuyo que trata de decirme algo. ¿Estará anunciándome el triste porvenir que nos espera? Voy a levantarme y a sacar lo mejor de mí para alimentar su espíritu nauseabundo. Luego me limpiaré con la mano hábil y diestra, la que está despierta. La otra sigue dormida. 

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