lunes, 23 de marzo de 2020

HUELE A JABALÍ


10ª crónica de un confinamiento improvisado.

Qué bonito es ver matarse a las palomas por un mendrugo de pan una mañana barrida de nubes y amarilla de sol mientras una piara de jabalíes hambrientos toma las calles. Estas bestias han iniciado una guerra de guerrillas en los pueblos y las ciudades; saquean huertos y cultivos, todo lo que encuentran a su paso, incluso destrozan el mobiliario urbano y provocan accidentes de tráfico. Acabaremos la pandemia del coronavirus para librar otra batalla con estos animales capaces de provocar un descarrilamiento. Vienen del monte y hacen varias incursiones al día, son astutos y se mueven por nuestra zona como pez en el agua. Algo traman. La policía debería liarse a tiros con estos cuadrúpedos que campan a sus anchas por el barrio. Han encontrado la manera de colarse en el edificio de enfrente que está en ruinas. Los vecinos están asustados y yo también. Cualquier día me veré acorralado con uno o varios de ellos. El rezo a las estampitas de santos y vírgenes se ha convertido en una de mis rutinas diarias. O detenemos a estos puercos asquerosos o este verano compartiremos la playa con ellos. Eso sí el otro bicho nos deja.    

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