sábado, 21 de marzo de 2020

DEDO EN MARTILLO


8ª crónica de un confinamiento improvisado.

Los lunes se van pareciendo a los martes, y los martes a los miércoles, y los miércoles a los jueves, y así. Hoy es sábado. Un día como otro. Genial. Me he enamorado de una trompetista noruega. Se llama Tine Thing Helseth. Es rubia y tiene treinta y tres años. La he conocido esta mañana por YouTube. El azar ha querido que pulse el play en una versión para trompeta de Astor Piazzola, Libertango, y me he encontrado con una orquesta compuesta únicamente por mujeres y liderada por esta portentosa y atractiva solista. La música y el buen arte han de sorprendernos por la espalda. Esperarlo puede ser decepcionante o no producir las mismas sensaciones. No hace falta salir a la calle o viajar como si eso fuera lo mejor del mundo. Hoy, un sábado que parece un lunes, me he enamorado de Tine sin salir de casa. Tras este descubrimiento he trasladado el pequeño altavoz al cuarto de baño y me he duchado con ella. Quiero que me toque cada mañana. Me he meado los pies. He apuntado el chorro hacia el segundo dedo del pie izquierdo, el que ayer os dije que tengo arqueado en forma de garra; por si los efectos beneficiosos del pis logran contraerlo y lo ponen tieso. A los dedos de los pies nadie quiere ponerles un nombre como es debido, están desamparados y maltratados, pero si tienen alguna deformidad he descubierto que sí se les otorga uno.  

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