martes, 29 de enero de 2019

EL SER FARFULLADOR


Cuando el ser farfullador se miraba hacia dentro y veía cosas que no estaban en sintonía con él, emitía una voz afectada, una locución ininteligible de palabras que más bien parecían bramidos. Contemplaba la composición de sus entrañas como una chapuza de la naturaleza, como la cartografía deficiente de un mapa lleno de accidentes naturales irreparables. Su mirada deducía una versión terminal, inconclusa, aunque también ingeniosa e imaginativa. Por una parte hallaba un factor patógeno, una alteración oscura que avanzaba hacia un declive irreversible. Y por otra adivinaba la textura y el contorno de una criatura camaleónica instalada en su centro. De apariencia cambiante, majestuosa, corpórea e incorpórea a placer, con una voz resonante que palpitaba con fuerza y suplantaba los verdaderos latidos de aquel ser enfermo, acabado y farfullador.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario