sábado, 14 de abril de 2018

LA MAJA DESNUDA


Dispuse mi cuerpo desnudo sobre una gran bandeja de plata, recostada plácidamente como una maja, y me ofrecí al león como un opulento manjar. Estirada sobre un mullido lecho de lechuga y escarola, me aderecé con aceite, sal y especias, acompañándome de la carroña de otros animales. Quería mostrarme apetecible para el superpredador que se alimentaba de mamíferos de entre 190 a 550 kilos. Dejé a la vista el lustre de mi blanca piel, y, con unas ramitas de perejil, ornamenté mi sebosa figura, engordada durante meses para que este rey insaciable me viera como una exquisita pieza de carne.

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