lunes, 19 de enero de 2015

PUNTUTALIDAD



Aquella tarde plomiza, justo unos minutos antes de las ocho, cuando me encontraba disparando a bocajarro a un tipo que acorralé en un callejón sin salida, ni siquiera sabía por qué lo hacía. No lograba recordar los motivos que me llevaban en ese preciso momento a tan salvaje y cruento acto. El caso es que estaba allí, frente a aquel individuo desconocido, acribillándolo sin piedad, contemplando como se desplomaba y cubría el suelo de sangre. Miré el reloj. Lo había matado. Aunque seguía ignorando las razones.
El caso es que la muerte le llegó puntual. A las ocho en punto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario