viernes, 9 de enero de 2015

INMERSIÓN


En mi cama soy como un feto adulto, tapado hasta la cabeza con el edredón de plumas y cobijado en la calidez de ese manto de protección; con las piernas y los brazos encogidos y respirando la fragancia de unas sábanas de franela que me sumergen en un océano de lavanda. La superficie es para los valientes, ahí solo hay escarcha e icebergs, una atmosfera nívea que lo hiela todo hasta que irremediablemente suena el despertador. Y yo, solo soy un simple batiscafo que navega impasible en sus propios sueños, sin contemplar ni siquiera la posibilidad de elevar el periscopio

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