domingo, 3 de mayo de 2020

LOS DE ARRIBA

51ª crónica de un confinamiento improvisado

A nivel global es ahora cuando el mundo empieza a torcerse. El ecosistema integral del planeta está afectado por un virus que no entiende de fronteras. Sé que el amor es una palabra excesiva que a veces da asco. Pero hay muchos tipos de amor y creo que lo importante en casos extremos como este es aplicarlo honesta e individualmente de la manera más limpia y transparente. Hoy que es 3 de mayo hablaré de mi madre por ser su día. El de todas. Ella siempre ha sido de ir a los mercadillos de los lunes a buscar ilusión. Le encanta comprar metros de tela en las paradas. Busca y rebusca estampados bonitos para luego hacerse un suéter o una chaqueta o una blusa. Cuando lo encuentra es feliz. Le gusta mucho coser. Es su gran pasión. Ahora no hay mercadillo. Sería una irresponsabilidad por parte de todos. Pero ella ha echado mano de los retales que guarda en cajas y de la ropa vieja que no usa para seguir con lo que más le gusta. Lleva cosidas un montón de mascarillas con un relleno especial que han puesto a su disposición. Yo voy con una mascarilla estampada con los dibujos que veía de pequeño. Es una chulada. También los vecinos y amigos del barrio llevan una hecha por ella. Mi madre dice que vamos tan a ciegas por la vida que no detectamos el misterio que se encierra en ella. Que hasta los perros detectan el misterio. El miedo debería transformarse en amor para que todo vaya bien, me dice. Sin embargo, ella que ve esperanza donde otros se hundirían, afirma que solo saldremos de esta si nos ayudan los de arriba. 

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