martes, 22 de mayo de 2018

¡QUÉ GRANDE!


Cuando nos pasan cosas malas y no sabemos muy bien cómo afrontarlas, es bueno que exista alguien próximo a nosotros que sepa dar la vuelta a esas adversidades y nos distancie de ellas con su modo especial de ver las cosas. Solo necesitamos que ese alguien nos exprese algo sencillo y profundo que nos haga reflexionar. Juanjo, mi amigo, es una de esas personas. Sabe escuchar y dar buenos consejos. Por eso quedé con él y le conté mi pena.
     Mi novia me había dejado por otro. Juanjo se disgustó y abrió los ojos como platos. Se puso en mi lugar. Pero atended a su ingeniosa e imaginativa manera de quitarle hierro al asunto para ayudarme: simuló un aparatoso ataqué al corazón. Así fue; como os lo cuento. Siempre ha tenido una gran capacidad para las artes escénicas. Le basta una mirada, un gesto o una acción para hacerte ver lo importante de la vida. Se quedó de piedra, palideció y tuvo reiteradas convulsiones. Enseguida entendí por dónde iba. Luego, se tiró al suelo y acabó retorciéndose como un gusano, regurgitando una baba espumosa por la boca. Su exagera puesta en escena y su fingimiento consiguieron que me evadiera de mi desgracia y, durante un buen rato, me centrara en su aparente síncope. Incluso vino una ambulancia y se lo llevó al hospital. Todavía sigue allí. Qué grande.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario