jueves, 3 de marzo de 2016

SEÑOR RUI

«¡Dios mío! Qué horror de espécimen», gritaron. «Sus brazos son alas y su boca un horrible pico». Apedreado por todos, el señor, se internó en el bosque. Allí fluían las energías que lo conectarían con el firmamento. Por primera vez sintió la necesidad de abrazarse a un árbol, de picotear su corteza y de trepar por su tronco hasta alcanzar las ramas más altas. Alicaído, se posó en una. Divisó la ciudad que lo rechazaba, y entrada la noche se quitó el sombrero, emitió tristes gorjeos y, cuando estuvo listo, batió con fuerza sus alas para ensayar su primer vuelo.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario