sábado, 12 de marzo de 2016

LA VIDA MODERNA

Un señor inocente pero cabal, recibió una llamada telefónica de la mujer que, al parecer, lo amaba.
–¿Por qué te subiste a mi coche? –le dijo–. ¿No entiendes los códigos?
–No sé –respondió el señor sorprendido–. Llovía, era tarde. Pensé que no te importaría llevarme a casa.
–Me mirabas con ojitos…–apuntó.
–¿Yo? Tenía sueño; era casi de día.
–Pero tus gestos…
Ella entró en un bucle de apreciaciones seductivas que mantuvieron al señor cabal pegado al teléfono durante más de una hora. Al final, entendió que su manera de ser no estaba hecha para la vida moderna.

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