lunes, 24 de octubre de 2016

PURA BELLEZA

Un rostro horrible y aislado en una mesa de un bar suscita el interés; pero dos fealdades juntas, la de un hombre y una mujer, son un espectáculo mucho mayor. Desde mi sitio observo ese antiestético encuentro. No escucho la conversación, solo sus voces: son dos paisajes agrestes, peculiares. La interpretación que Dios ha hecho de ellos ha sido cruel, despiadada. Pero ellos apuran su experiencia, su soledad, sus inseguridades, esa naturaleza deforme que les hace compartir el mismo centro, y una historia que, lejos de ser grotesca, se intuye tierna, comprensiva, apasionada, y de una complicidad envidiable. Pura belleza.

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