sábado, 28 de mayo de 2016

SEQUÍA CREATIVA

El escritor que descubría el mundo cada cinco minutos padecía sequía creativa. Las veces que se le secaba la cabeza y no encontraba alternativas, un dolor lacerante y opaco se le incubaba en el cuerpo. Se despertaba nervioso, con miedo a no imaginar cómo es debido. Y, para recuperarse, no le valían las pastillas ni los remedios caseros, solo las palabras dichas con gracia. Tenía entendido que provocando el bostezo se abrían los oídos, y el aire cimbreante que entraba lo aliviaba todo, pues se metía directo en las pupilas y éstas, al dilatarse, otorgaban visiones nuevas de la vida.  

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