viernes, 6 de febrero de 2015

PERRO DE COMPAÑÍA

Un año de vida en los perros equivalía a siete en los humanos. Lo recordaba cada día porque en pocos, los suficientes como para quererlo, mí joven y precioso mastín estiraría la pata. Para no sufrir tanto esa pérdida que vendría había decidido evitar los mecanismos de cariño. No lo achuchaba, ni lo acariciaba, ni le besaba el hocico. Solo lo sacaba a pasear y lo alimentaba con su pienso. Nada de sobras, ni recompensas, ni hablarle con afecto, ni mirarlo como a un ser querido. Le marcaba bien los límites, para que tuviera claro que solo era de compañía.

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