sábado, 31 de marzo de 2018

SILENCIO


No sé por qué extraordinaria razón conseguía que todos callaran cuando exigía silencio. Así que, vista mi asombrosa capacidad, lo reclamaba siempre que me encontraba en algún ambiente de griterío o escandalera. Lo había conseguido en lugares concurridos como el metro, el mercado, los centros comerciales, los bares y algunas salas de espera. Pero mi mayor logro fue en un campo de fútbol, concretamente en el Mestalla, durante un partido de liga que enfrentaba al Valencia con el Barça. El campo enmudeció de repente cuando, como otras veces, requerí, severamente, SI-LEN-CIO. Cincuenta mil personas respetaron mi voluntad, y, por una influencia divina que aún no logro entender, cesaron los gritos, los pitos, los insultos, las disputas. Y solo quedó una paz admirable, sepulcral. El mejor espectáculo del mundo.

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