miércoles, 8 de septiembre de 2021

LA INMORTALIDAD

Escribir pensando que nadie va a leerte es una buena fórmula para decir la verdad. Uno cree que de esa manera, sin ataduras ni convencionalismos, escribirá lo que realmente desea escribir. Me encuentro en un lugar lejano y recóndito, lejos de las multitudes urbanas, una especie de monasterio para guiris solitarios. He salido de mi zona de confort en busca de la inmortalidad. Para ello solo dispongo de una semana. Confieso que los milagros del arte suceden, pero los creadores no sabemos muy bien cómo; yo me conformo con una inmortalidad pequeña, terrenal, desconocida, que no trascienda en exceso en la espiritualidad del alma. Busco una inmortalidad leve, que pueda hallarse en un pequeño pueblo de interior, más sencilla que las de costumbre y, si es posible, no se parezca a las que diseña el cine o nuestra imaginación. Me conformo con una eternidad de andar por casa, que me sirva a mí y que su trayectoria vital sea perenne e inacabable, por supuesto, capaz de descolgar a mi mente, para tenderla al sol junto a la ropa húmeda que ondea en los balcones de estos territorios sin patria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario