viernes, 8 de febrero de 2019

LOS MONTES DE TOLEDO


En los Montes de Toledo uno sueña cosas que siempre logra recordar al despertar. Yo he soñado una calle de sauces que lloran y un suelo de hierba distraída; suspiros de eucaliptus y aromas que laten a destiempo. He soñado una fauna y una flora, una agradable monotonía que tranquiliza a las almas para que gocen de su rutina. En este paisaje de ensueño he conseguido crear una imagen irreal de mí mismo. La he proyectado en un ciervo macho, de porte majestuoso y esbelto, que corre feliz por el lecho de la melancolía, con la cabeza llena de notas que componen miles de historias y emotivas sinfonías. Todo le entra por esos apéndices óseos que se retuercen sin rumbo. ¡Pero, cuidado! No son cuernas, ni su cornamenta, sino una gran peineta que se ramifica hacia el cielo para imaginar lo que jamás ha existido.  

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