Algunas veces para sentirme feliz muerdo un lápiz Staedler HB y consigo
estar alegre, entusiasmado, lleno de
júbilo. Debo generar dopamina; la hormona de la felicidad. Otras no logro
sonreír ni mordiendo uno por uno todos los colores Alpino. Cuando eso ocurre me
vuelvo del revés y todo lo veo negro. Hoy es uno de esos días. Me ducho, me
afeito, me pongo el traje y me digo: ¡hala, voy a morirme! Y empiezo
alcoholizándome en cualquier bar para infundirme valor. Enseguida me da por
morder el borde de madera de la barra, por si la dopamina fluye. Pero nada;
sigo sintiéndome desdichado y con impulsos suicidas. Las cosas del destino
hacen que al salir del bar me tope con una pitonisa a la que dejo que me vaticine
el futuro. Hace su trabajo y me dice que le ha salido la carta del hombre que
vomita en la taza del váter. Que yo mismo… sábado, 23 de diciembre de 2017
LA HORMONA DE LA FELICIDAD
Algunas veces para sentirme feliz muerdo un lápiz Staedler HB y consigo
estar alegre, entusiasmado, lleno de
júbilo. Debo generar dopamina; la hormona de la felicidad. Otras no logro
sonreír ni mordiendo uno por uno todos los colores Alpino. Cuando eso ocurre me
vuelvo del revés y todo lo veo negro. Hoy es uno de esos días. Me ducho, me
afeito, me pongo el traje y me digo: ¡hala, voy a morirme! Y empiezo
alcoholizándome en cualquier bar para infundirme valor. Enseguida me da por
morder el borde de madera de la barra, por si la dopamina fluye. Pero nada;
sigo sintiéndome desdichado y con impulsos suicidas. Las cosas del destino
hacen que al salir del bar me tope con una pitonisa a la que dejo que me vaticine
el futuro. Hace su trabajo y me dice que le ha salido la carta del hombre que
vomita en la taza del váter. Que yo mismo…
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