martes, 5 de diciembre de 2017

EL ERMITAÑO

No echo en falta el aseo personal desde hace mucho tiempo. Tengo una vida sucia y plena. Evidentemente vivo solo, como un gato solitario, protegido por una costra dura y roñosa. Si por alguna circunstancia tuviera que entrar en contacto con el agua, a estas alturas, lo haría como un crustáceo, pues poseo un caparazón similar al de estos artrópodos. Los seres humanos estamos mal diseñados. Tenemos la fortaleza en el interior y la fragilidad en la parte de afuera, en la piel, en ese velamen sensible a las caricias que puede sangrar con el leve pinchazo de un alfiler. 


Relato finalista en Wonderland el 24/03/2018

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