sábado, 30 de septiembre de 2017

EL CURA

Doy misas por teléfono porque algunos pueblos se quedan incomunicados por la nieve. Es un cometido inusual, lo sé, pero en realidad solo se necesita un micrófono que amplifique mi voz y que los feligreses se reúnan en una casa. No me gusta desatender a esta gente tan recelosa de sus hábitos; son la más bondadosa que conozco. Si lo hiciera, mi labor se tornaría incoherente, deslavazada, y no sería digno. Sé que prefieren tenerme delante hablándoles de lo humano, de lo divino; pero mientras dure esta nevada, difundiré la palabra de Dios desde mi casa, deleitoso, confortablemente, en gayumbos. 


Relato finalista en Wonderland el 04/11/2017

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