domingo, 28 de agosto de 2016

LAS PALABRAS

Las palabras se volvían huecas y sin significado cuando el señor obsesivo las repetía compulsivamente. Elegía un sustantivo sencillo; por ejemplo «silla», e incidía en él verbalizándolo al menos cuarenta veces: silla, silla, silla, silla… Hacia lo mismo con una palabra más relevante; «amor»: amor, amor, amor, amor…Las pronunciaba tantas veces seguidas que acababan perdiendo el sentido y su alcance. Pasaba lo mismo con los verbos, los adjetivos, los adverbios e incluso las frases sencillas como «mi mamá me mima». De las oraciones subordinadas ni hablemos, pues eran más complejas y, dependiendo del día, se las llevaba el viento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario