martes, 22 de septiembre de 2015

EN PENUMBRA

Es posible vivir permanentemente en penumbra. Yo lo hago. Me levanto temprano y empiezo la tarea de limpiar la mansión desde el zaguán. A media mañana descanso un poco y, en algún punto de la casa, me encuentro con alguien para almorzar y conversar sobre el único e inquietante trocito de cielo azul que se divisa desde las ventanas. Por la noche, me entrego a la reparadora labor de tejer tricotas, chalecos, gorros, bufandas… La cuestión es mover esas largas agujas metálicas para que las horas trascurran en blanco y amanezca en la negrura de un nuevo y aciago día.

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