domingo, 22 de noviembre de 2020

APNEA

Sumergida en el mar puedo ordenar mis pensamientos y dotarlos de sentido; únicamente unos minutos, lo que dura mi apnea. Cuando subo a la superficie esas ideas se ovillan en mi conciencia y cambia su naturaleza. Así, lo que resulta evocador e ilusionante en el fondo, lo considero un caos sin sentido en el exterior. Me veo obligada a respirar, claro, entonces mi memoria proyecta imágenes difusas: una cabeza de elefante, un árbol arrancado de cuajo con sus raíces intactas, una casa misteriosa, una escalera que se va desplegando hacia otro mundo; también distingo pájaros, peces e insectos que se quedan atrapados en compactas nubes de algodón. Será mi imaginación. Seguro. Pero, ¿significará algo? ¿Debería ser cautelosa? El impacto con el oxígeno hace que me sienta incompleta, infeliz, y, por extraño que parezca, me ahogo. En cambio, mientras buceo todo se mueve a cámara lenta y consigo experimentar un ardiente deseo por una clase de molusco que pertenece a la familia de los bivalvos.

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