sábado, 15 de junio de 2019

LA TIENDA DE MUÑECAS


He de confesaros que quiero cosas que puedan acumularse; que estén aquí, allí, lejos, o en cualquier sitio; que tengan presencia o bien puedan imaginarse: a groso modo, a priori, in crescendo… Bailaría en plan bestia en cualquier sitio, sobre una cama o un montón de gente medio muerta. Lo haría a mi estilo, misteriosamente, sin tensiones ni compromisos, con la intención de que el mundo valorara mi peculiar talento. Creedme. Detesto el orden de las cosas. Los puntos suspensivos, por ejemplo. ¿Por qué solo tres si lo que mola es verlos en una fila hasta el infinito? Todos podemos almacenar cosas y fabricar un santuario de trastos, cacharros y chismes inservibles. Yo lo hago en mi tienda. No soy madre de dragones, sino, más bien, una humilde madre de muñecas. Todas son mis hijas. Las vendo baratas, y regalo las que no tienen cabeza. ¿Os gusta verlas apelotonadas en este escaparate? Adoro el abigarramiento, las multitudes, las manifestaciones políticas, las manadas de búfalos corriendo, la gente que hace cola para comprar una entrada o el hacinamiento morboso que se forma en una pelea callejera; igual que escribir en mi libreta un sinfín de etcéteras: etc, etc, etc, etc, etc… A que mola mi tienda de muñecas.

1 comentario:

  1. Pues yo intento cada vez más intento desprenderme de las cosas. Y cada vez me gustan menos las multitudes. Debe ser cosa de la edad...

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